domingo, agosto 16

mientras escucho la radio...

anoche, mientras escuchaba la radio, me volví a sentir más cerca que nunca de las viejas canciones que desde hace mucho me han hecho vibrar. y no me refiero al hard rock que normalmente escucho, que siempre me ha movido. no. la música que me atrapa estos días es la música de todos, la mía y la de ella, la de los pueblos que nunca tuvieron voz a pesar que se cansaron de gritar su desconcierto, su esperanza.

estoy en lima desde hace dos semanas y sintonizo la emisora ésta que emite una voz dulce y una canción para soñar. una voz dulce y a la vez distinta. a veces me parece que la voz al otro lado del teléfono fuese la voz de una de esas recepcionistas del ministerio del interior (en el periodo de alva castro), no sé... me he quedado en lima (seguramente para siempre) desde que decidí que la maravilla gastronómica del perú era la causa limeña. desde hace dos semanas deambulo por las calles de miraflores de la mano de la chica más hermosa que jamás haya existido, una que lleva siempre hierba en su pelo (por donde andará), que suele vestir casi siempre (y a pesar de mi censura) prendas con el color más pasional pero escandaloso del mundo (ya cambiará, ya cambiará...), deambulo con quien a veces suele enojarse (poniéndose más hermosa que de costumbre) y con quien entregarme el olorcito a leña que tantas veces me ha embriagado. estoy en lima y allá atrás he dejado por este tiempo mi cabina de internet allá en villa maría. a decir verdad ni siquiera la extraño. será que no necesito nada más para sentirme excepcionalmente alegre estos días, será que ya ni recuerdo el día en que mandé a la eme a mi viejo y empecé de nuevo con esta vida y para siempre.

son las once de la mañana y me he detenido en shell con diagonal para venir a teclear éste mi pequeño testimonio. anoche me fui a dormir temprano. quería conciliar el sueño con la mágica música de esta radio -a la que empecé refiriéndome- y trasladarme al mundo de quienes tienen emoción social. dentro de un rato caminaremos por el borde del mar: de miraflores a barranco (la haré subir las gradas para que se canse; ojalá no diga: taxi, taxi...), la hermosa vista que otras veces nos ha conmovido... es tarde, ya me está dando hambre. ella está sentada aquí a unos metros tomando agua de su botella transparente (no le gusta la gaseosa), no me canso de mirarla y soñar...

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