en las noches invernales del munich, cuando ella se quita el suéter y la casaca de astronauta que no la deja respirar (se abriga hasta el cuello porque se muere de frío), yo le canto esta canción a voz en cuello, aunque el pianista del bar se niegue a ejecutar el tema que más me gusta. y bailamos, reímos, ella es la dueña de la pista y de las mesas de madera añosa mientras dura esa fiesta en mis ojos que no se cansan de verla sonreír y acomodarse el ganchito plateado en el cabello donde siempre queda una hija verde de tantos árboles a los que se ha subido. esta canción es para ella, para ti...
martes, julio 21
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